James Cameron, director de Avatar dice que esta película tiene varios niveles, “Por un lado, es una historia de colonización, pero también de amor, ambiental y de viajes interplanetarios” o sea es una película de concienciación ecológica.
Al ver esta película con ojos y corazón Kuna, me sentí identificado con un guión en el que el mensaje está claramente por encima del contenido. Además, una película llena de sentido y sentimiento, de pasión y compasión, de enamoramiento y miramiento te obliga a seguir el guion paso a paso. Y ese seguir el guion, nos deleita con imágenes de la naturaleza, representada en un gigantesco árbol de la vida, islas flotantes cubiertas de vegetación, selvas y flores maravillosas, aves moradas, animales feroces y la noche cubierta con bioluminiscencias que se prenden al paso de los Navi. Los Navi, presentados como seres azules, de cola larga, ojos leoninos y orejas puntiagudas nos permite rápidamente identificarnos con su realidad. Esa es, nuestra realidad. La realidad de los pueblos indígenas.
Los kuna creemos, también que el origen de la vida procede del gran árbol de la vida (Palu Uala) y conectados energéticamente junto a los otros seres dan vida al universo humano, planetario y cósmico. El kuna dice, Neg dulaguar nai pilli baabagse, mundo vivo en los ocho niveles. Palu Uala, representa un ecosistema rico en biodiversidad mineral, vegetal, física y espiritual, que los pueblos consideran su Madre.
En la película Avatar, los Navi representan a los pueblos indígenas que se enfrentaron por décadas a la cruz y la espada y ahora a la ingeniería genética, tecnología militar y la conquista espiritual, para explorar y explotar el exótico superconductor unobtanium.
Avatar es una película, sin embargo, nos lanza a una realidad dolorosa, cruel e inmoral. Las guerras y matanzas provocadas por el Coltan, que hacen funcionar los celulares y televisores, en Congo, África; la muerte de indígenas, en las minas de oro y cobre en Bolivia, Perú y Chile en tiempos de la conquista; el desplazamiento y hundimiento de grandes extensiones de territorios de indígenas para la construcción de hidroeléctricas y oleoductos en Panamá, Brasil y Venezuela; las guerras inducidas por la industria de la guerra en Irak, Colombia para apropiarse del petróleo y de la biodiversidad.
Necesitamos ser Avatares, seres espirituales que descendamos en respuesta a la llamada y necesidad del mundo humano, vegetal, mineral y espiritual actualmente saqueada, expoliada y explotada sin misericordia.
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