Juan Pérez Archibold
Desde hace un año me involucré con el Programa Conjunto Agua y Saneamiento que se ejecuta en la Comarca Ngöbe Buglé, región Ño Kribo específicamente en dos distritos: Kusapín y Kankintú. El PC es financiado por el Fondo de los Objetivos del Milenio (F-ODM), que coordina el Sistema de las Naciones Unidas en Panamá (OPS, UNICEF y OIT) teniendo como contraparte oficial al Ministerio de Salud (MINSA) y al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
Después de una gran aventura personal y profesional, entendí algo que sabemos pero no siempre lo ejecutamos: que el acceso al agua con calidad y cantidad no es sólo un desafío técnico, sino también social, cultural, ambiental y político. Y si se ejecuta en el mundo indígena debe ser intercultural. Y, sobre todo, descubrí una iniciativa extraordinaria que se inicio en 1994 llamadas: Juntas Administradoras de Acueductos Rurales (JAAR).
Las JAAR, que son 3,000 a nivel nacional, están presentes en casi en todas las provincias y Comarcas indígenas. Asumen funciones de presidente, secretario, tesorero, fiscal y, en ocasiones, encargados de mantenimiento de lo más básico para la vida: el agua. Se organizan en colectivo, deciden en colectivo. Buscan soluciones para un problema diario y fundamental. Quienes integran las JAAR son elegidos por la comunidad y, en general, no cobran por su trabajo. La cuota que la población paga por el servicio del agua se dedica a mantener el sistema, a reparar los tubos, a comprar algún material. Y aunque existen dificultades en la participación, caudillismo, manejos no siempre transparentes del dinero, todo se resuelve en la misma comunidad. No hacen mucho ruido, no se dan importancia, pero son importantes. Son las JAAR, donde la frase luminaria es, por el agua, con la comunidad. Son grupos de hombres y mujeres, que desde hace más de varios años construyen una historia desde abajo, para que no falte el agua, su vida y esperanza en la comunidad.
Lo central del Programa Conjunto de Agua y Saneamiento, es fortalecer el empoderamiento de la población, instituciones nacionales, municipales y comunitarias para la gobernanza del agua, promover la participación en el acceso al agua potable como un bien público y como un derecho humano que debe ser asegurado a las generaciones presentes y futuras. Se propone mejorar la calidad de vida a través de un eficiente servicio de agua potable y de saneamiento.
El tomar a las JAAR, como centro del Programa Conjunto es un planteamiento con un profundo significado político, al reivindicar a las comunidades empobrecidas y excluidas como actores que deben priorizarse en las estrategias de gestión del agua y que haga realidad “por el agua, con la comunidad”, sin embargo, el informe de la Naciones Unidas con preocupación dice, “algunas de las ganancias que tanto ha costado obtener, están siendo erosionadas por las crisis medioambiental, económica y alimenticia”. No permitamos que estas crisis sigan acabando con la solidaridad y la comunitareidad de este mundo entretejido con material humano, mineral, vegetal y espiritual.
Es hora que sintamos el espíritu del agua y que este espíritu nos anime a seguir adelante hacia una sociedad más equitativa y humana.
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