martes, 27 de julio de 2010

El bastón del guerrero

Hoy tuve un sueño. Soñé con un lago inmenso y ancho. Miles de cayucos con hombres y mujeres venían bajando. Las mujeres danzaban y los hombres cantaban. Los niños y niñas alzaban las manos al cielo esperando caer la lluvia. Se expresaban en un idioma extraño, sí extraño... Al menos para mí. Una anciana, de rostro guerrero, con una mirada matriarcal, me dijo: “Canta con nosotros, te llenaras de sabiduría. Ese canto da vida y la danza dignifica tus sentidos. El gran miedo que tienen los que nos rechazan es que nos organizemos. Y sobretodo que empecemos a plantar Semilla. Todos estamos en su mira. Y no pararán hasta acabarnos y quitarnos el bastón. El Nele, nuestro intérprete lo augura, así que los invito a danzar y preparar achiote y el cacao”.

Las nubes fueron descendiendo hasta posarse encima de la gente. De repente, unos copos de algodón cayeron de arriba. Estos eran de diferentes colores. El anciano, con aquellos ojos de sabiduría, se acordó cuando se paró frente al árbol de cedro en busca del bastón. Repitió suavemente palabras-fuerza: -“Los dioses y diosas kuna te han destinado a ser compañero de nuestro pueblo. Acompañarás y lo defenderás de las invasiones, desastres, usurpaciones y expropiaciones. Cuidarás sus ríos, sus riquezas y la comunitariedad. Solicito permiso gran Padre, pido permiso gran Madre para que desde la identidad, el hermano árbol sirva para congregar a la comunidad y aplique la ley con justicia y mejore la calidad de vida”.

Ese era el bastón de caoba, madera fina. El bastón unía, y fortalecía las capacidades comunitarias y el empoderamiento. Era fuerza, impulso dispuesto a combatir contra los que dominan, asesinan y masacran física y espiritualmente.
Una mujer con mirada firme, me llevó donde estaban los hombres de diversos colores, sedientos de poder. Querían robar el bastón del anciano guerrero. Estaban desesperados. Sus ojos brillaban odio, resentimiento, y tenían marcas, de figuras de muerte y cuatro brazos unidos entre sí. De repente, alguien disparó, e hirió con su arcabuz, al anciano guerrero. El anciano, se mantuvo malherido y moribundo. El abuelo abrazo el bastón y lo puso en su pecho ya exánime. Murió, con la sonrisa de haber cumplido su misión. El anciano quedó tirado en el río suspirando, recordando internamente sus lugares más íntimos: el río y los cerros donde sembró, cosechó y celebró sus ceremonias. Sus ojos se tornaron rojizos y escudriñó las tinieblas con un suspiro de resignación, pero satisfecho de haber salvado su comunidad y el bastón.

Entre mis sueños, me identifiqué con ellos para sentir, la fuerza y la esperanza. Los comuneros, con sus amuletos, en pequeños grupos, como estaba estipulado, huyeron para organizarse mejor. Los hombres blancos, amarillos no pudieron apropiarse del bastón. Su objetivo era detener a los sabios, sabias, ancianos y ancianas y finalmente su cayado para neutralizar y desmoralizar a la comunidad.
Una niña vestida de negra y con un collar de piedras blancas, salió entre las selvas, agarró el bastón y penetró la selva, cruzó veredas, ríos y montañas, con aquel legado sagrado y al final llego a un lugar lo depositó en una gran tina hecha de tierra.

A las cinco de la mañana el ruido de los carros me despertó y quede intrigado y oí una voz que me decía: “que tu camino lo construya tu pensamiento y tu pensamiento guie tus pasos para luchar con actitud centinela y no esperar de brazos cruzados”.

sábado, 10 de julio de 2010

F-ODM: Por el agua, con la comunidad

Juan Pérez Archibold


Desde hace un año me involucré con el Programa Conjunto Agua y Saneamiento que se ejecuta en la Comarca Ngöbe Buglé, región Ño Kribo específicamente en dos distritos: Kusapín y Kankintú. El PC es financiado por el Fondo de los Objetivos del Milenio (F-ODM), que coordina el Sistema de las Naciones Unidas en Panamá (OPS, UNICEF y OIT) teniendo como contraparte oficial al Ministerio de Salud (MINSA) y al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).

Después de una gran aventura personal y profesional, entendí algo que sabemos pero no siempre lo ejecutamos: que el acceso al agua con calidad y cantidad no es sólo un desafío técnico, sino también social, cultural, ambiental y político. Y si se ejecuta en el mundo indígena debe ser intercultural. Y, sobre todo, descubrí una iniciativa extraordinaria que se inicio en 1994 llamadas: Juntas Administradoras de Acueductos Rurales (JAAR).

Las JAAR, que son 3,000 a nivel nacional, están presentes en casi en todas las provincias y Comarcas indígenas. Asumen funciones de presidente, secretario, tesorero, fiscal y, en ocasiones, encargados de mantenimiento de lo más básico para la vida: el agua. Se organizan en colectivo, deciden en colectivo. Buscan soluciones para un problema diario y fundamental. Quienes integran las JAAR son elegidos por la comunidad y, en general, no cobran por su trabajo. La cuota que la población paga por el servicio del agua se dedica a mantener el sistema, a reparar los tubos, a comprar algún material. Y aunque existen dificultades en la participación, caudillismo, manejos no siempre transparentes del dinero, todo se resuelve en la misma comunidad. No hacen mucho ruido, no se dan importancia, pero son importantes. Son las JAAR, donde la frase luminaria es, por el agua, con la comunidad. Son grupos de hombres y mujeres, que desde hace más de varios años construyen una historia desde abajo, para que no falte el agua, su vida y esperanza en la comunidad.

Lo central del Programa Conjunto de Agua y Saneamiento, es fortalecer el empoderamiento de la población, instituciones nacionales, municipales y comunitarias para la gobernanza del agua, promover la participación en el acceso al agua potable como un bien público y como un derecho humano que debe ser asegurado a las generaciones presentes y futuras. Se propone mejorar la calidad de vida a través de un eficiente servicio de agua potable y de saneamiento.

El tomar a las JAAR, como centro del Programa Conjunto es un planteamiento con un profundo significado político, al reivindicar a las comunidades empobrecidas y excluidas como actores que deben priorizarse en las estrategias de gestión del agua y que haga realidad “por el agua, con la comunidad”, sin embargo, el informe de la Naciones Unidas con preocupación dice, “algunas de las ganancias que tanto ha costado obtener, están siendo erosionadas por las crisis medioambiental, económica y alimenticia”. No permitamos que estas crisis sigan acabando con la solidaridad y la comunitareidad de este mundo entretejido con material humano, mineral, vegetal y espiritual.

Es hora que sintamos el espíritu del agua y que este espíritu nos anime a seguir adelante hacia una sociedad más equitativa y humana.