miércoles, 3 de junio de 2009

EL FMLN, Mauricio Funes y la esperanza del pueblo


No puedo más que sentir alegría en estos momentos que el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, de El Salvador haya llegado al poder mediante elecciones populares y democráticas.
Este triunfo, es consagración a la memoria de miles de hombres y mujeres que ofrecieron sus vidas creyendo en un mundo mejor.
Es consagración a la memoria del líder indígena Nonualco, Anastasio Aquino, “el corazón rebelde de la patria”, traicionado por un cura y asesinado a sangre fría por los militares.
Es consagración a la memoria de Feliciano Ama, líder indígena de Izalco; Francisco Sánchez, líder campesino, que dirigió el levantamiento en Juayua y de los estudiantes universitarios Mario Zapata y Alfonso Luna.
Es consagración a la memoria de miles de indígenas, campesinos, obreros que abandonaron el país, en la década de los 40, huyendo de las manos asesinas del Maximiliano Hernández, llegando a ser en la actualidad una comunidad salvadoreña pujante en Panamá a nivel social y económico.
Es consagración a la memoria de miles de salvadoreños que abandonaron el país en la década de los 80, en calidad de refugiados, hacia los países nórdicos, Unión Europea, Centro América y Norteamérica.
Es consagración a la familia salvadoreña que al menos perdió un ser querido en esta guerra fratricida.
Es consagración a la memoria de muchos amigos y amigas, compañeros y compañeras de estudios que perdieron la vida accidentalmente y en guerra a causa de bombardeos y la violencia institucional.
Es consagración a la memoria de Monseñor Romero, y de cientos de catequistas, delegados de la palabra, religiosas que con la Biblia en mano aportaron esperanza en un mundo de desesperanza.
En fin, es homenaje a este grupo de hombres que venidos de Bilbao (España), sembraron su esperanza, ofrendando sus vidas. Estos son mis hermanos y amigos, Ignacio Ellacuria y sus compañeros y la señora Elba y Celina, en fin maestros jesuitas masacrados en la Universidad.
Esta comunidad de profesores aumentaron mi fe, esperanza y caridad donde el amor al prójimo como a uno mismo era lo esencial. En ella aprendí a beber la sabiduría de dejarse afectar por la realidad y de posesionarse de la realidad sobre la verdad.
En esta Universidad, asentada en la sangre martirial, bebí la sabiduría teológica, filosófica y sociológica. Con sus vidas estos maestros consagraron su sentir filosófico, sociológico, teológico y la pastoral de la realidad y el sentir con los empobrecidos.
¡Grande es el legado de estos hombres!.
Compañero Mauricio, Presidente de El Salvador, en suma, tenga don de mando y don de gentes para humanizar el poder, para que la paz cual verano de fiesta construya las bases para que todos los salvadoreños y salvadoreñas puedan vivir en solidaridad, hermandad y en paz.

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